lunes, 4 de noviembre de 2013

Idiota

Nunca había creído en el amor verdadero. Pensaba que éste era producto e invención de autores nóveles que trataban de hacerse un hueco entre los escritores más consagrados. Vendiendo una idea que en aquella sociedad no existía, se aseguraban de que el humano, hastiado de su vida y de la dura realidad, utilizara su libro, escrito en una clave de clichés y tópicos aburridos y repetitivos, como medio de escape a lo que el mundo le deparaba. Medio de escape significaba ventas. Y éstas eran, a su vez, dinero y éxito.
Sin embargo, la primera vez que la vio, sintió que alguien le había asestado un golpe directo al corazón. El mundo pareció ir a la misma velocidad que una procesión fúnebre mientras ella inhalaba el aire invernal de una ciudad contaminada por la vacuidad. Falto de aire, con las pupilas dilatadas y la boca entreabierta con el halo de una pregunta por formular, se dio cuenta.

Se había enamorado como un completo e irremediable idiota.